¿Quién me dará la voz y las palabras
que convienen a asunto tan ilustre?
¿Quién prestará las alas a mis versos
para que asciendan hasta mi deseo?
Ahora no servirá un furor corriente:
mayor inspiración debe inflamarme…
Ludovico Ariosto, Orlando
Furioso, III, 1.
Saludos, estimados lectores y amigos.
Como lo prometido es deuda, y de una vez por todas, Studia Hermetica Journal estrena dos
nuevos números: uno dedicado al concepto de gnosis y otro sobre el famoso “Mecanismo
de Anticitera”. El primero, ya lo he dicho, cuenta con la participación del mayor experto en el ámbito hispano en la materia: Francisco García Bazán, con
el artículo “La Sofía Gnóstica y la concepción de la mística entre los
neoplatónicos”, y por supuesto con la generosa contribución de José Miguel
Puerta Vílchez, que ha tenido la deferencia de prestarnos un artículo suyo de
apenas difusión: “El
humanismo filosófico árabe: Iraq y al-Andalus”, y que encaja
perfectamente en este gnóstico número, como el contrapunto árabe a nuestro
helenístico universo.
Estas
dos joyas bibliográficas se suman a la producción de nuestra joven publicación
periódica, y cierran por este año un prolífico y probablemente feliz 2012. En
un principio tenía pensado participar, pero el tema de momento me supera:
necesito leer y pensar muchísimo más. Tengo en mente revisar a fondo el texto
griego original de los Hermetica, y
esto es un trabajo que me va a llevar bastante tiempo; asimismo, espero hacer
acopio de bibliografía útil y renovada. No se puede volver sobre lo anterior
sin repetirse. El hermetismo filosófico en la Antigüedad es una materia de
enorme complejidad sobre la que es extremadamente difícil decir algo novedoso u
original, y creo que es más honesto, tras mis últimas publicaciones en los
últimos años (2008-2012) en MHNH, Veredas de História, Azogue y SHJ, sencillamente descansar y poner en claro mis ideas durante un
lapso indefinido de tiempo. Hay que buscar nuevas vías de análisis y poner los
textos patas arriba, además de realizar una tarea de filosofía comparada con el
resto de fuentes de la época. No estaría de más, de hecho, abordar una nueva
edición crítica de los textos herméticos en edición bilingüe griego-español,
sin desmerecer en absoluto la edición a cargo de Renau Nebot, al que por cierto
mando un fuerte abrazo en estos momentos difíciles.
En
lo que a mí respecta, no obstante, creo que mi futuro y lugar de llegada, se
aclara cada vez más: Quien me haya leído estos años, sabrá que mi vocación
última es el estudio del Renacimiento; pero tal estudio, desde mi humilde punto
de vista, es imposible sin un conocimiento más o menos profundo de los textos
antiguos. En otras palabras, el experto en filosofía durante el Renacimiento lo
es, a la fuerza, en la Antigüedad. Y no cabe escapatoria alguna de esta
realidad. Por eso creo que el próximo año 2013 será un año tranquilo para
Studia Hermetica, en el que en todo caso espero poder ir renovando la página poco
a poco, con el fin de adaptarla a los tiempos. En cualquier caso, creo que sí,
que podré encargarme de un número especial conmemorativo de los cinco años de
la página (el famoso número dedicado a la vis
imaginativa y artística del hermetismo), y quizás, si cuento con la
inspiración adecuada, un monográfico dedicado al concepto de materia en la
Antigüedad.
Haciendo
una recapitulación de lo escrito y de lo estudiado en estos años, puedo decir
que mis líneas maestras de investigación son bastante claras: 1.
Replanteamiento de los conceptos de “civilización helenística” y de “periodo
helenístico”, adoptando una posición dinámica de los acontecimientos (un “orbe
grecorromano” de duración extensa (ss. III a. C.-V d. C.). 2. Teniendo en
cuenta la premisa anterior, un replanteamiento de los supuestos sustratos “egipcios”
y “griegos” de los Hermetica, con el fin de avanzar hacia un concepto
estrictamente “helenístico”. 3. Revalorización del punto de partida
metodológico de Festugière, en el sentido de abordar los textos a la luz del
resto de fuentes de la “Mística Helenística” de principios de nuestra era. 4. Y
por lo tanto, una huida furiosa de la especialización y del “pre-concepto”
normativo o interpretativo a la hora de enfrentarse a los textos (“Esoterismo
Occidental”, “Tradicionalismo”, etc.). El hermetismo, como he dicho muchas
veces, es un eslabón más en una infinita cadena causal, en la que se dan cita
la filosofía platónica (medioplatónica, neoplatónica, teúrgica, etc.), las
filosofías helenísticas (el estoicismo, principalmente), y las corrientes
gnósticas.
En cuanto al segundo número académico publicado por
SHJ, su contenido ya lo adelantaba hace unas semanas: “El mecanismo de
Anticitera y los Thaumasiourgoi helenísticos”, es el enrevesado título de este
mi nuevo artículo. ¿Y cómo surge esta repentina afición por la tecnología
griega? Pues sencillamente porque no “surge”, sino que supone el corolario
momentáneo a una de mis más fervientes obsesiones como historiador y humanista:
la aplicación mecánica de la teoría geométrico-matemática constituye uno de los
principios fundamentales del mundo moderno, como queda reflejado en el célebre
grabado de Durero, y cuyos “misterios” fueron magistralmente aclarados en un
artículo muy bonito por un estupendo científico español: Jesús Martínez Frías: “El
enigmático poliedro de Alberto Durero en Melancolía I. Una nueva interpretación
minerológica” (Tierra y tecnología,
nº 30 pp. 60-64). El Dr. Frías es consciente de la nueva posición del artista y
del hombre moderno en el mundo, ejemplificada por Durero mismo. Y en fin, queda
clara la importantísima función de las máquinas en el día a día de los hombres
del Renacimiento (cfr. por ejemplo, la obra de Jonathan Sawday, Engines of the Imagination: Renaissance Culture and the Rise
of the Machine, Taylor & Francis, 2007), mucho antes de las
sucesivas revoluciones industriales acontecidas en el mundo contemporáneo.
Pero nos perdemos:
¿Por qué estudiar el mecanismo de Anticitera? Un ingenio técnico griego
enclavado en un periodo de tiempo que el común de los mortales considera “atrasado”
y casi prehistórico… Un mecanismo de una complejidad tal que asombra por igual
al sujeto culto y al iletrado. Un logro técnico que evoca en las mentes
misteriófilas a extraterrestres benefactores y a griegos boquiabiertos cogiendo
apuntes… Un “oopart” (http://es.wikipedia.org/wiki/Oopart) que dirían los
tontos, como en un reciente y célebre programa de televisión, donde unos sujetos
reiteraban que el mecanismo era aún un “misterio”, y que se especulaba desde
distintas “teorías” acerca de su propósito real, sin alcanzar una conclusión
clara (el argumento típico de los botarates para referirse a algo sobre lo que
no desean indagar, con el heteróclito fin de enredar). Pues bien, con este
artículo me gustaría que en el mundo hispano se abandonaran estas tonterías,
para que de una vez por todas dejen de
tocarme los griegos, y por eso he escrito el artículo en nuestra española
lengua.
En resumen, los
principios que quiero dejar claros con respecto al mecanismo en particular y a
la tecnología griega en general, son los siguientes:
1. Se conoce el
funcionamiento y el propósito generales del ingenio desde al menos 1974, con la
obra de Derek J. de Solla Price, Gears
from the Greeks, que hoy por hoy sigue siendo la obra de referencia acerca
del mecanismo.
2. No hay “distintas
teorías” acerca del mecanismo; tan sólo se discute cómo articular las piezas
presentes y ausentes, lo que supone un evidente y desafortunado quebradero de
cabeza para la gente que estudia seriamente estas cuestiones.
3. La aplicación de
rayos-x no se materializó por primera vez entre los años 2005-2006, con el
grupo multidisciplinar auspiciado por Nature,
sino que comenzó allá por el año 1971 (hace la friolera de 41 años). De hecho,
algunos entusiastas deberían dejar de colgarse medallas injustamente: pareciera
que muchos estudiosos quisieran minimizar los logros de Price y de Wright en cuanto
al ingenio de Anticitera se refiere, con el fin de catapultarse como “profetas”.
Nature no es la génesis de nada, tan
sólo un espectacular corolario a un siglo de pesquisas.
4. El mecanismo es
perfectamente explicable en una época de efervescencia científica como es la
helenística: surge del sistema-mundo mediterráneo que alumbraría la escuela de
Rodas (Posidonio de Apamea, Gémino), la de Siracusa (Arquímedes), la de Atenas
(Andrónico de Cirro), la de Roma (Vitruvio), y por supuesto la de Alejandría (Ctesibio,
Filón, Herón, Pappus). Además, la mayoría de estos genios se dan cita durante
los dos primeros siglos antes de nuestra era.
5. Las fuentes antiguas y
los restos arqueológicos que se nos han conservado, nos informan de mecanismos
sofisticados como clepsidras o planetarios. Luego el mecanismo de Anticitera no
es tan insólito como pudiera parecer a priori.
6. El mecanismo no es, stricto sensu, único. Contamos con un
mecanismo parecido del siglo V de nuestra era de factura bizantina.
Siguiendo con el
anterior argumento, tenemos una gran cantidad de ejemplos inmediatamente
posteriores a estos dos “engranajes solares” utilizados para medir las
revoluciones celestes (por otro lado, estudiados por Price mismo en “On the Origin of Clockwork, Perpetual Motion Devices, and the Compass”, ya en el año 1959).
Por ejemplo, con el aparato fabricado por Abū Rayḥān al-Bīrūnī en torno
al año 1000.
Y en fin, esa tradición venerable de artefactos
similares, que son los astrolabios (el de Muhammad ibn Abī Bakr al Ibarī es un buen ejemplo,
ca. 1221-1222):
No me extiendo más en
esto: los ejemplos se cuentan por docenas en el Medievo, sobre todo de parte
del mundo islámico, heredero del helenismo cultural, amén de esos ingenios
maravillosos que son los relojes astronómicos de la Plena y la Baja Edad Media
europeas (http://www.ahsoc.org/eanglian/index.html).
En cierto modo, esta
cruzada se encuadra en otra de mis obsesiones: revalorizar un extenso periodo
de tiempo y toda una civilización que está siendo injustamente olvidada y
maltratada por el mundo contemporáneo, y lo que escucho por ahí del mecanismo
me confirma esta mi idea. Por eso, lo que he pretendido con este artículo es
reunir toda la información dispersa que hay por la red por un lado, y elaborar
un criterio racional de acercamiento a la tecnología griega, por otro. En este
sentido, he encontrado muchos especialistas de referencia, tanto clásicos como
modernos: Berryman, Schiefsky, Evans, Diels, Wright, Price, Freeth, Drachmann…
que con su esfuerzo continuado han desvelado buena parte de los misterios tecnológicos
que nos ha deparado la Antigüedad. Asimismo, describir el hecho técnico o
mecánico en sí no basta, como cualquiera que se acerque apenas superficialmente
puede entender: las fuentes filosóficas se hacen ineludibles, sobre todo de
parte de Aristóteles y de la escuela peripatética, pero también, y de forma
tangencial, aquellas realidades cercanas a nuestro objeto de estudio habitual: tanto
herméticas (Asc. 23-24, etc.), como alquímicas (Zósimo de Panópolis, Miguel
Psellos, etc.). Y por supuesto, el apasionante tema de los autómatas y la
animación teúrgica de las estatuas (Eunapio y su referencia a la increíble performance de Máximo de Éfeso, por
ejemplo), del que me reservo el derecho a contar más cosas en el futuro. De
hecho, este artículo me deja un sabor de boca agridulce: por una parte, he
dicho lo que he querido decir, pero por otra hay mucha bibliografía y cosas que
he visto por ahí que me dejo en el tintero, y sobre la que quiero volver. Como comentario al margen, he de decir que me he enamorado del buen hacer académico de la Dra. Berryman, que ha
escrito páginas inolvidables y de una lucidez extraordinaria sobre la cuestión.
En resumen, hay muchas
cosas que los antiguos aún pueden enseñarnos acerca de nosotros mismos. No
somos dueños de la inventiva técnica, ni mucho menos. De hecho, creo que
deberíamos dar la vuelta al argumento: no se trata de que sea “sorprendente”
encontrar tecnología sofisticada en la Antigüedad, lo sorprendente de verdad es
la aceleración científico-técnica operada en Europa desde finales del siglo
XVIII, y que literalmente ha dado la vuelta a la historia de la humanidad
entera. Por primera vez, todo nuestro mundo giraría en torno a las máquinas y
al maquinismo: la filosofía, la economía… en fin, nuestra cotidianeidad e
intimidad mismas quedarían supeditadas al ingenio técnico, como un apéndice más
de nuestros cuerpos. Pero insisto: se trata de una isla en modo alguno “evolutiva”
o “lógica”. Es sencillamente una “anomalía” histórica, a juzgar por el resto
del periplo humano sobre la Tierra.
En fin, ¿para qué
extenderme más? Os invito a leer el artículo y a convenceros de una vez de que
los extraterrestres tienen mejores cosas que hacer que darnos clases de
mecánica. Y por cierto, el dominio de Azogue
volverá a estar en funcionamiento en breve. Os pido que tengáis paciencia,
porque seguro que no durará mucho.
Una última cosa sobre
la que habrá tiempo para hablar largo y tendido: se va a celebrar un coloquio
internacional sobre hermetismo, alquimia y magia en la Universidad de Granada,
y junto con su directora, Natalia Arséntieva, yo mismo seré uno de los organizadores del evento. Tened en cuenta que vendrá lo más selecto del
panorama español en cuanto al estudio del hermetismo y cuestiones relacionadas
se refiere, y me refiero por supuesto a los miembros de Azogue y de la SEHA: José Rodríguez, Mar Rey Bueno, Miguel López
Pérez, y naturalmente, Carlos Gilly. Asimismo, espero poder contar con mi buen
amigo Francisco de Mendonça. Y muchos otros especialistas, ya lo veréis, entre
los que destaco a José Luis Calvo Martínez y Aurelio Pérez Jiménez. Si todo
sale bien, de hecho, se convertirá en uno de los eventos más espectaculares que
se han realizado en la materia, y por eso no debéis perdéroslo. Azogue y Studia Hermetica no
retroceden, sino que muy al contrario, se renuevan y repiensan continuamente,
amigos. Estad alertas y seguid acompañándonos en este viaje que prosigue.
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