jueves, 30 de septiembre de 2010

Veritas Odium Parit (Segunda Parte)


Hay días en los que uno se levanta, digamos, de un humor especial. Y después de una huelga general mucho más. Como siempre digo, Studia Hermetica es una página dedicada al estudio del hermetismo, y no pretende cambiar el mundo, la sociedad, la política, el hombre, España, Andalucía, mi calle, etc., pero obviamente está escrita por alguien que siente y padece, y que en consecuencia espera que las cosas marchen mejor, por el bien de todos. Pensé en escribir esta entrada ayer, pero estaba en el trabajo

En fin, que quede claro que a mí la política me importa un carajo. Y esta afirmación ya de por sí puede sonarle sospechosa a mucha gente, y por distintos motivos. El típico cincuentón (incluso el cuarentón) sostendrá que porque "no tengo espíritu ni ideas" (el jovenzuelo apolítico que no tiene los arrestos suficientes para interesarse sobre ideologías, movilizaciones, transiciones democráticas, huelgas, etc). Otros -los más comprensivos a lo posmoderno-, dirán que porque la juventud actual desconfía de la política y de los políticos, y en consecuencia prefiere a las oenegés, los grupos ecologistas y demás ridiculeces. Hay incluso un tercer grupo, de espuria raíz comunistoide, integrado por jóvenes con ideas e iniciativas que no se tragan lo que la sociedad les dicta, y no sé cuántas boberías más, y que opinaría más o menos como mis carrocillas del sesenta y ocho. Bien, opinen lo que opinen, me sigue importando un carajo, y que conste que he leído a Marx y Engels, Lenin, Trotsky, Bakunin, Mao, Lukács, Sartre, Marcuse, Adorno o Horkheimer; así como las visiones más meditadas del socialismo (desde mi punto de vista, obviamente), como las de Max WeberRaymond Aron o la de Schumpeter. E incluso tratados de economía política marxista "revisionista" como el de Wlodzimierz Bruz (y así un largo e insustancial etcétera). En fin, me imaginaba a mí mismo como un político socialista convencido y eficaz que ayudaría a la clase obrera y a la humanidad a emanciparse del pérfido sistema económico imperante.

Bueno, ¿y qué ha quedado de todo eso? Casi nada, tan sólo algunos principios que me han guiado toda mi vida y que seguramente me seguirán guiando en el futuro: que los ricos lo son por el robo y la estafa y que eltrabajo, el talento y la libertad, son valores que están por encima de cualquier otra consideración economicista (es decir, lo que diría cualquier buen filósofo estoico, platónico o cristiano). Está claro que las filosofías marxistas dominaron buena parte del discurso y de la realidad de la segunda mitad del siglo XIX y de buena parte del XX, pero a estas alturas tendríamos que saber que las ideologías que sostienen por encima de todo el concepto de hombre-masa son las más peligrosas, y además están viciadas del mismo principio mercantilista que el capitalismo, precisamente por huir de lo que ellos llaman vacuas "filantropías" a favor de tesis pretendidamente científicas y evolucionistas. En fin, no quiero extenderme más sobre esto. No es mi terreno y me trae al pairo.

Adoro la política y el derecho (sí, me contradigo conscientemente). Por ejemplo, me encantó leer El Príncipe de Nicolás Maquiavelo precisamente porque trata la cuestión política desde un punto de vista llano y directo; y además es una visión muy realista y lúcida de la condición humana. Y así podría seguir hacia atrás, desde Tucídides, pasando por Platón, Aristóteles, Polibio (la ex imperio libertas como uno de los motores de la Historia, todo un concepto, sí señor), Tito Livio, Cicerón, o Marco Aurelio; y así con los clásicos de la ciencia jurídica: Gayo y sus Instituciones, y la labor de compilación del Corpus Iuris Civilis (¡cuántas horas pasé en cierto sótano prohibido para mí leyendo y releyendo sus benditas páginas!). Los clásicos y sus contrapuntos renacentistas tienen una idea muy clara sobre la pobre condición humana, y sostienen casi sistemáticamente que hay que huir de los partidismos con el fin de encontrar la mejor -i. e. la más bella y sabia- organización política. Es evidente que desde nuestro punto de vista moderno éstos son cándidos y poco "realistas" (odiosa palabra) planteamientos. Bien, pues mi opinión es distinta, y a mucha honra. Creo que la humanidad sigue siendo la misma, y que el ridículo binomio izquierda-derecha no es más "científico" que los partidos circenses azul-verde de época imperial romana. Es el mismo planteamiento colectivizante y alienante del ser humano, sólo que en otro periodo histórico y sobre la base de circunstancias bien distintas. Por eso detesto la política (otra vez la dichosa contradictio): porque el discurso socio-político habitual sobre la materia en nuestros días (revestido por esas imposturas que llamamos ideologías: "soy de izquierdas", "soy de derechas", "soy de centro (¿?)"), encubre en realidad una trama de intereses inconfesables de partidos políticos, grandes empresas, medios de comunicación, sindicatos, y asociaciones y grupos de presión de todo tipo. Acuchillándose, insultándose, adulándose, lamiéndose y hablando ante las cámaras con fingida convicción, mientras cuentan los billetes (los propios y los ajenos). Y en medio de todos, el imbécil e inculto medio, sosteniendo con el puño en alto esos fragmentos de ideas leídos por la mañana en El País o en El Mundo.

Llamemos a las cosas por su nombre: un tipo que gana un millón de pesetas al mes por representar una sinecura pública no puede llamarse "socialista" o "cristiano". Y unos tipos que se sacan fotos y estrechan manos, mientras ponen sonrisa profident y aceptan regalitos de tal o cual tipo de tez cetrina rayosuvesca, tampoco. No me vengan con monsergas y gilipolleces: por razones personales los conozco, los he visto en acción, los he olido; su hipocresía va a la zaga de su incompetencia y desvergüenza. Aceptando con sonrisa de conejillo cualquier estipendio inmerecido por no hacer nada (sólo succionar falos de tal o cual fulano adecuado en el momento justo). Con una carrerita de Derecho o Economía apoyada por papi ("estudia, estudia, ya verás..."), sin un puto libro como Dios manda en el cuerpo y hablando un inglés de "Ayán Fransisco an aigul-laic tubí politishian", un francés de "Mesié le diputé, mesié le presidán", o un alemán de "Suban-estrujen-bajen" o, sin ir más lejos, de un español de "Yo.. pues yo pienso de que claro, no, pues... pues... Nosequién miente(aplausos)", pretenden dirigir los destinos de un país, de una región, de una ciudad, o de un pueblo del Occidente europeo (con un par de huevos). Como si los viera ahora, con la ceja levantada mientras un humilde y entontecido chófer les lleva la maletita ("tenías que haber estudiao, Manolo").

Y luego estos cazurros con carrera y sueldazo a cargo del pechero medio hipotecado, sueltan majaderías intolerables como aquella buenísima de que la culpa del paro tan terrorífico en el que estamos sumergidos se debe a esos pobres diablos que dejaron de estudiar muy pronto para meterse en la obra. Y yo digo, me alivio en vuestra meretriz progenitora, vástagos de lupanar. Pero claro, que no parezca tampoco que le echo la culpa al presidente y al ministro (eso sería una solución muy a la española, sí señor). No: es evidente que estas flatulencias pestilentes están expulsadas desde la sociedad misma (en nuestro caso, la española). Una sociedad de indolentes, subvencionados, acostumbrada a la sopa boba desde hace más de veinte años (por lo menos la juventud de papis solventes), poco dinámica y cosmopolita, y lo peor de todo, ignorante. Dispuesta a gritar tanto Viva la Virgen, Viva el Carnaval, Viva la cabra, Viva el borracho, y Viva yo, como Viva la República, Viva Franco o Viva la huelga. En definitiva, una sociedad cateta y clientelar, creada a salto de mata y sálvese quién pueda; propicia a desconfiar de lo ajeno y a esconder los pecados propios, profundamente endogámica y malahostiada, donde una economía fuerte de corte liberal jamás podrá asentarse sobre una base sólida. Y por eso la coyuntura económica nos golpea el doble. ¿La solución?: [Consejo de Ministros, justo antes de comer; habla Zetapé]: "Pues em, esto, um, espera... es difícil. ¡Ah, sí! Lo que diga Bruselas" (traducción en lenguaje técnico: flexibilidad laboral y bajada de pensiones). Y en román paladino: "Que se joda el trabajador y el pensionista".

El resultado es un país empobrecido y cabreado, con una generación de jóvenes entre los 18 y los 30 años sin futuro laboral, con unas pensiones que peligran de aquí a pocas décadas, y en general sin una estructura económica sólida. Por si esto fuera poco, mantenemos por decreto a una administración repleta de incompetentes e indolentes (y señalo directamente a las universidades), así como a una piara de malnacidos que han copado, mediante un sistema de castas indisimulado, los puestos de responsabilidad más elevados del Estado. Y como hablamos de España, tenemos que unir a estos afortunados hechos, esos sistemas nobiliarios que se esconden bajo el estandarte de "lo nuestro" (fuera el charnego, fuera el godo, fuera el catalán, fuera, fuera, fuera), que son los partidos nacionalistas. ¿Más? Claro, amigos: una juventud indolente, rácana, boquiabierta, de sonrisa gilipollas, sin sentido ético-estético alguno, sin moral ni ganas, y sin ná. Los veo cuando reúno el valor suficiente para subir a ese paripé de universidad que tenemos en Granada: inmaduros, incompetentes, acostumbrados a vivir entre fines de semana, sin una idea o lectura coherentes, sin rigor. Sin alma. Y entonces me digo: "Bien, estos capullos son los que nos librarán de todo mal. Amén".

Asimismo, siempre me ha maravillado esta naciente burguesía flojilla, hipócrita y semi-analfabeta (la pueden ver ustedes en los carteles publicitarios del Bebeuveá o de los anuncios de móviles), que ronda los cuarenta tacos y que desempeña una profesión liberal (abogado, médico, profesor de universidad, arquitecto, etcétera) donde obviamente lo gana bien, y por lo tanto se puede permitir el lujo de mirar con asco a esas "clases inferiores" y marchitas que trabajan en cosas manuales y "poco especializadas", con cara de "pobrecitos míos, qué pena dáis... ¡Si es que no estudiásteis!", mientras compran como locos cachivaches inútiles de marca último modelo-súper-fashion, por Internet y le enseñan a sus hijos que reciclar está chuli y que las bolsas de plástico cacaporque joden a los patos y los peces, que decir "mierda" y "tonto" está mal, que hay que sacar buenas notitas y no juntarse con los tiradillos, y que todos esos niños muertos del telediario viven muy lejos, así que cambia de canal. Y además, son precisamente estos bobos cuasi-ricos los consumidores habituales de literatura apestosilla, tipo Pilares de la Tierra, El Ocho, La Sombra del Viento, El Código Da Vinci, etcétera. Si usted se siente identificado en este grupo le recomiendo vivamente tres libros preciosos y muy enriquecedores: Les Onze Mille Verges de Apollinaire, Les Chants de Maldoror, de Isidore Ducasse y Justine del Marquis de Sade.

Está claro: nuestro padres nos dijeron: "Estudiad, que si no no seréis nadie". Pues bien, ahora hay toda una generación con crisis existencial. Ergo: con carrera, segundas y terceras lenguas y másteres, y en el paro. Y yo me descojono, de veras que sí. Las lágrimas me corren cálidas por mis mejillas mientras me imagino a esos desideologizados jóvenes sin perspectiva, living in papis's home, y con cuarenta tacos. Sin responsabilidades familiares, sin hijos y sin conciencia. Sin vida ni intimidad, pero eso sí: recicladores, ecologistas, feministas, delgados, vacunados frente a gripes hipostasiadas y apadrinadores de los niños del África. Mientras escribo continúo mi algarada en forma de luciferinas risotadas que recorren las calles del centro de Granada, mientras en mi mente resuena la voz de mi daimon: "¡Que vengan mis amigos de otro tiempo! Mis escritores, mis héroes y heroínas. Mis amigos. Que vengan aquí a resolvernos la papeleta". Ya veréis que festín nos damos comiendo, blasfemando, desflorando y dando estocadas por doquier. ¡Que vengan los barandas, los inquisidores, los pendencieros, los bergantes, los dandys, las femmes fatales, los enfants terribles y los libertinos de otra época! Si bien no arreglaremos nada, por lo menos nos divertiremos con estilo durante las noches de luna llena.

Y no, hoy no he tomado ninguna sustancia estupefaciente. Aunque como dijera ya mi Séneca:
"...sólo el alma perturbada puede decir algo grande y superior a los demás. Después de que desdeñó lo vulgar y lo habitual y con instinto sagrado se elevó hacia las alturas, entonces, por fin, cantó algo demasiado grande para la boca de un mortal. No puede alcanzar nada sublime ni situado en lugar escarpado mientras esté en sus cabales. Conviene que se salga de la ruta habitual y se desboque, y muerda los frenos, y arrastre a su jinete y lo lleve a donde habría tenido miedo de ascender por sí solo" (Sobre la tranquilidad del alma, 17.11).
Dice en alguna parte el Sr. Pérez-Reverte que un tipo de veintisiete años (como yo) y en el paro (de momento no es mi caso), le inquirió sobre qué libros le recomendaba, y éste le respondió: un libro para aprender otro idioma y pirarte del país y otro sobre cómo hacer cócteles molotov. Suscribo tal recomendación.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Ciento cincuenta años de hermetismo


Pues bien, ya tengo otro artículo en el horno. Su título es el mismo que encabeza esta entrada, y en él pretendo describir un panorama general sobre el estudio del hermetismo. Asimismo, lo he planteado como una bibliografía en toda regla, que imite a otras bibliografías sobre el hermetismo ya publicadas, desde los años ochenta, como son:

BLANCO, G., "Hermetism. A Bibliographical Approach", en W. HAASE, H. TEMPORINI, Aufstieg und Niedergang der römischen Welt, Berlín, 1984, vol. II 17,4, 2240-2281.

Corpus hermeticum: testo greco, latino e copto. Edizione e commento di A. D. Nock e A.-J. Festugière; edizione dei testi ermetici copti e commento di I. Ramelli; a cura di Ilaria Ramelli, Milano: Bompiani, Il Pensiero Occidentale, 2005, pp. 1549-1619.

PARRI, I., "Bibliografia ermetica", en Hermetism from Late Antiquity to Humanism, Turnhout (Belgium): Brepols, 2003, pp. 747-760.

He seguido además el fabuloso planteamiento metodológico expuesto por José Rodríguez en su cuaderno de notas, es decir, que he dividido a las distintas perspectivas académicas y extraacadémicas en función de lo que el editor de Azogue llama "estudio descriptivo", "normativo" e "interpretativo". Eso sí, he hecho un ligero cambio en esta tripartición con ánimo didáctico, dividiendo al estudio interpretativo entre el propiamente interpretativo (ligado más o menos al mundo académico) y el esotérico, donde integro sobre todo la morralla ocultista y esotérica. Obviamente, Azogue se identifica con esta primera perspectiva, y mi intención al menos es continuar dicha tendencia.

Finalmente, he de decir que mi humilde aportación al estudio del hermetismo es la de incidir en el estudio multidisciplinar y abierto de la materia, no cerrando las puertas gratuitamente a bibliografías que puedan parecer poco relacionadas con la materia, como el neoplatonismo, o la alquimia, la magia o la astrología antiguas. No me extiendo más porque una vez publicado en el número de MHNH correspondiente, lo expondré en Studia Hermetica.

En fin, el resultado es un artículo de diecinueve páginas que pretende ser un colofón didáctico a mis años de estudio. Ahora he de pensar y repensar el siguiente, que será para la revista brasileña Veredas da História, dado que mi amigo y compañero de fatigas, Francisco de Mendonça Jr., ha tenido la deferencia de invitarme a que participe en dicha revista. Amigo, que sepas que para mí es un honor y un verdadero placer hacerlo.

Por último, y esto es algo que me entristece comentar, tengo que decir que mi relación como docente con el Phoenix Rising Academy ha finalizado. La decisión la he tomado debido a ciertas insignificantes desavenencias con su directora. La organización y funcionamiento de dicha "academia", digamos, no conecta demasiado con mi forma de ver las cosas, y para mayor abundamiento no comparto su perspectiva académica. Esto es algo que obviamente ya sabía cuando ofrecí mi colaboración, pero ciertas gotas han colmado el vaso, debido en parte a mi propia personalidad y a que imaginé desde un principio un sistema distinto de enseñanza. En efecto, creo que no llegué a comprender hasta hace un mes de qué iba el tema, y tal. Por otro lado, mantengo la misma opinión de la Srta. Chaitow y animo a la gente a que participe en su estupendo y riguroso centro de estudios. Asimismo, he cambiado la sección dedicada al Phoenix Rising a un enlace en la sección correspondiente. ¿Qué puedo decir? Tengo unas convicciones y unas ideas. Y un tiempo y una paciencia escasos para algunas cosas.

Además tengo en casita un curso de iniciación a los estudios esotéricos y el hermetismo casi terminado, y pretendo promocionarlo aquí de la misma manera que Adam McLean lo hace: un cedé a un precio razonable donde la gente interesada en estos temas encuentre los elementos suficientes para desarrollar su curiosidad. Creo que pretender más que eso no es razonable. Pero es mi humilde opinión, claro. Por cierto, dicho curso tendrá más o menos la misma estructura que el que pretendía impartir en el Phoenix Rising.

No puedo acabar esta segunda entrada del cuaderno sin expresar mi deseo de que José vuelva por Azogue para contarnos cosas. Sé muy bien que la vida es una losa resbaladiza que hemos de cargar, pero aún así merece la pena. ¡Un saludo y un abrazo afectuoso, amigo! Espero que nos veamos muy pronto, ya lo sabes. Por cierto, no quiero acabar sin hacer mención de una panadería alquímica de deliciosa fama en Madrid, llevada por dos personas a las que admiro y estimo infinitamente. ¡Visitadla!