¿Quién fue
Ludwig II von Bayern? ¿Fue acaso el dandy homosexual y melómano de Visconti, o
bien el snob alucinado retratado en Requiem für einen jungfräulichen König? ¿Fue un simple esteta soñador? ¿O bien
el postrero fruto de la alucinada y degenerada dinastía de los Wittelsbach?
¿Acaso el Rey Cisne, el Rey Hada de la Noche y el Sueño? Quizás todo eso a un tiempo. Yo
prefiero pensar que fue un niño atrincherado en la nobleza y debatido entre dos
mundos: el de la fantasía y la nostalgia por un mundo perdido, y aquel otro
que ganaba terreno estrepitosamente: el de las factorías y las máquinas.
Un visionario solitario que gustaba de la bella compañía, y que necesitaba el despliegue de la belleza para sobrevivir.
¿Y por qué les
elijo a ellos, y muy particularmente a él, para homenajear un proyecto como
este, dedicado a la filosofía hermética? Muchos porqués, estimado lector:
Porque Studia Hermetica es un proyecto que conjuga el arte, la filosofía, la
música, la fantasía, y la heterodoxia. Que desciende buscando los que se
apartaron y huyeron, y los que en esa huida crearon lo que ahora podemos contemplar con sumo placer bajo los Alpes Bávaros, así como
en otros enclaves del sur de la actual Alemania. A otros les corresponde
historiar y deducir a partir de su legado el enigma que fue. Yo en cambio me regocijo
en su misterio y planeo convertirlo en arte; un trocito de su alma pasada por
el tamiz de la mía, con el fin de conmemorar todo esto de una manera apropiada.
Deseo, estimado
lector, que contemple este nuevo número literario de SHJ como un homenaje
revestido de fuegos artificiales y de meteoritos, de óperas de Wagner y
de Caballeros revestidos de las galas de los cisnes. De princesas de largos
cabellos, y de malvados condes. Y también como una verdadera declaración de
intenciones: seguiremos adelante. Otros cinco años, o quizás más. Nadie puede asegurar
nada, pero que nadie nos quite de celebrar lo conseguido hasta ahora. Yo me tomo muy en serio el
trabajo que aquí desarrollo, lo que escribo, pienso y siento. Todo pertenece a ese rinconcito de mi alma que no puede dejar de luchar y sonreír, y que no pienso abandonar por nada del mundo, salvo a causa de mi propia muerte.
Muchas gracias por seguir ahí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario