“La universidad está hasta los topes de estos espíritus a medias, que por un lado husmean y por el otro intrigan y, cuando se reúnen, despiden un pestilente olor a establo”. Ernst Jünger, Eumeswil.
Saludos amigos. Retomo este cuaderno de notas a
propósito del nuevo curso que está a punto de comenzar: “Las Máscaras del Mago
II: Hermetismo, Alquimia y Magia”. En dicho curso, que mantiene en líneas
generales un nivel académico bastante aceptable –destacable en algunos aspectos–,
intervendrán grandes investigadores de nuestros campos de estudio, como Aurelio
Pérez Jiménez, José Luis Calvo Martínez, Matteo Martelli, José Rodríguez
Guerrero, Mar Rey Bueno, Miguel López Pérez, José Miguel Puerta Vílchez,
Francisco de Mendonça y definitely at
last but not in the least, Carlos Gilly.
Cuando la Dra. Natalia Arséntieva me invitó a ser
coordinador del curso, este pasado verano, me pareció una oportunidad
inmejorable para invitar a estos mis buenos amigos y colegas de investigación, que
gravitan en torno a la SEHA (La Sociedad Española de Historia de la Alquimia),
a Azogue y a Studia Hermetica, y a la CEEO-UNASUR. Estas personas están dotadas
de una gran erudición y de una generosidad que no les va a la zaga, y yo me
considero deudor de su trabajo. A todos les doy las gracias por aceptar
finalmente mi invitación, porque mi mayor
anhelo es escucharles. Ambiciono poco más, la verdad.
Y de hecho, tan poco ambiciono, que he decidido declinar la invitación de la Dra. Natalia Arséntieva a
intervenir en las conferencias previstas para el día 9 y para el 21 de este mes
de noviembre. En otras palabras, mis
conferencias no se celebrarán. Es
una decisión personal, no compartida (y al parecer, tampoco entendida) por la
dirección. He prometido no revelar los motivos concretos de tal renuncia, pero como
alguna razón he de dar por respeto a los asistentes, se ha debido a importantes
divergencias y desavenencias con la dirección y la coordinación del curso. Quiero además que esta renuncia se
interprete por los lectores de Studia Hermetica
y de Azogue como un claro aviso y como un gesto:
la Universidad de Granada ha de tomárselo mucho más en serio si quiere llegar a
ser un foco aceptable en estos nuestros campos de estudio. De momento, este
curso es una prueba innegable del buen hacer académico y del legado del Dr. José Luis
Calvo Martínez, pero veo peligrar dicho legado si no se enmiendan pronto
algunas actitudes, y si no se ponen al frente las personas adecuadas, y esto no
se traduce en futuras sesiones de trabajo, tesis doctorales y en bibliografía
de un nivel académico aceptable, en continuo diálogo con el resto de
investigadores del orbe.
Hablando en un plano más general y abstracto, en España
identifico un problema muy grave en esto de la investigación: muchos académicos son sujetos aposentados y comodones, ávidos de estrechar manos y jijijajajear con sus colegas, así como
de viajar a cargo del común de los pecheros a congresos con el solo fin de
alardear de ello entre sus amigos y allegados. De estampar sus nombrecitos en tal
exposición, obra o evento (en ocasiones, rapiñando el trabajo ajeno descaradamente): “Yo estuve allí”. “Conozco a fulanito y a menganito,
son grandes amigos míos, etcétera”… En realidad, no les importa ni lo más mínimo la calidad de
sus aportaciones y de su trabajo, y no se preocupan de comparar dicha labor con los estándares internacionales de calidad. Es evidente: las humanidades se están ahogando en el negro pozo de la mediocridad.
¿Y qué hay de los libros, amici?, ¿qué hay del conocimiento y del
placer de obtenerlo?, ¿qué hay del gusto por compartirlo con otros apasionados
y amantes de las letras, las artes y las ciencias? ¿Qué ocurre con los en
apariencia sencillos actos de pensar, leer y escribir? Nada: a sacar brillo a
los títulos obtenidos cogiendo apuntes y a los doctorados y los másteres otorgados entre
amiguetes. Algunos académicos dan más valor a celebrar certámenes para darse tono en público, que a leer y escribir correctamente. De esto ya se me quejaba, de hecho,
una persona a la que admiro mucho, allá en mi Salamanca querida. Hablo del Dr.
Rodríguez-San Pedro-Bezares, un gran humanista que veía con amargura cómo
colegas de departamento (y catedráticos), de un nivel intelectual paupérrimo,
lograban estipendios y prebendas de manera fraudulenta.
Cambiando de tercio, tengo que decir que comprendo y me
identifico con la figura de Martin Venator, el protagonista de la novela de
Jünger que cito en el encabezamiento. Me siento más cómodo observando y
trabajando en soledad. Además, yo me debo exclusivamente a
mi propia conciencia, y no encuentro mayor interés en ser agasajado en
truculentos ámbitos universitarios. Tengo mi propio espacio por derecho propio,
y un futuro por delante para continuar leyendo, pensando y acaso escribiendo.
La posición que te da la independencia y la equidistancia es la que se me
antoja más cómoda; de este modo no tienes que mancharte las manos con
mequetrefes y tienes la oportunidad de aprender de los mejores, sin ambiciones
más allá del conocimiento y del placer de obtenerlo.
Animaos a venir al
curso, amigos. Mi renuncia no añade o
quita nada a este magnífico evento. Tan sólo es un gesto que he creído justo
hacer, porque mi paciencia tiene un límite, y me debo a unos principios y a
unas personas que confían en mí, y a unas organizaciones académicas que han
apoyado el curso y que esperan algo más que un merendero universitario. Además, quien viva en Granada o pase por aquí,
y quiera escucharme o dialogar conmigo acerca de esto del hermetismo, sólo
tiene que pedírmelo. No hace falta que acuda a un aula universitaria.
Es más, probablemente el viernes (si todo va bien,
claro), se inaugurará una exposición de libros que voy a comisariar. No es nada
del otro mundo: he querido que aquellas obras sepultadas en las bibliotecas de
la universidad salgan a la luz por unos días, con el fin de que la comunidad universitaria
se detenga en ellas por unos instantes, al menos. Que las contemple y lea el
catálogo de la exposición, y que una vez regresen a sus estanterías, no se
pierdan en el agujero negro del olvido, sino que sean continuamente
acariciadas, leídas y devoradas, sobre todo por los estudiantes. En Salamanca
ya me quejaba de que esto era así, de que muchas joyas del saber habían caído
en el ostracismo, pero aquí en Granada el asunto es esperpéntico: la peña acude
a las bibliotecas a cuchichear, a sacar fotocopias y a subrayar sus pegajosos apuntes.
En fin, mi participación a partir de ahora se reducirá a ocuparme de esta muestra de libros y de mis invitados; y estad atentos, porque de vez en cuando iré dejando informaciones y materiales en la sala dedicada a la muestra, enfrente de la biblioteca general de la Facultad de Letras, para que todos aquellos interesados hagan uso de ellos. En cuanto a la muestra en sí, básicamente se mostrarán las portadas impresas de esas fuentes “escondidas” por obra de siniestros funcionarios, en la caja fuerte obsoleta y oxidada que hoy por hoy constituye la biblioteca del Hospital Real, así como algunas de las ediciones críticas de los textos que manejamos habitualmente. El resto de títulos a mostrar son aquellas monografías y estudios de algún modo importantes para el estudio académico del hermetismo y sus corrientes aledañas.
En fin, mi participación a partir de ahora se reducirá a ocuparme de esta muestra de libros y de mis invitados; y estad atentos, porque de vez en cuando iré dejando informaciones y materiales en la sala dedicada a la muestra, enfrente de la biblioteca general de la Facultad de Letras, para que todos aquellos interesados hagan uso de ellos. En cuanto a la muestra en sí, básicamente se mostrarán las portadas impresas de esas fuentes “escondidas” por obra de siniestros funcionarios, en la caja fuerte obsoleta y oxidada que hoy por hoy constituye la biblioteca del Hospital Real, así como algunas de las ediciones críticas de los textos que manejamos habitualmente. El resto de títulos a mostrar son aquellas monografías y estudios de algún modo importantes para el estudio académico del hermetismo y sus corrientes aledañas.
Nada más, amigos. Muchísimas gracias por vuestra
atención.
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