jueves, 30 de julio de 2009

Magister Abamon


“¡Calla Asclepio! ¡Calla!, porque casi es un sacrificio quemar incienso  y todo lo demás mientras se ora a Dios, pues nada le puede faltar a quien es él mismo todas las cosas o en quien todas las cosas están. Por tanto, adoremos a Dios dándole gracias, porque la mejor forma de incensar a Dios es la acción de gracias de los mortales”. Asc. 41.
Para quien le guste, feliz verano. Por mi parte esta segunda mitad del mes de julio me la estoy tomando de relax (otra forma de decir que estoy haciendo el vago más absoluto), a la espera de los nada ansiados exámenes de septiembre. Porque con esto del trabajo me he tenido que dejar bastantes asignaturas, y la universidad, como cualquier estudiante hijo de vecino sabe, está a veces fundamentada en escuchar cómo los profesores leen unos siniestros papeluchos en su butaca, mientras los estudiantes "cogen apuntes". Bueno, esto es una pataleta como otra cualquiera: personalmente no me gusta ir a clase, a no ser que realmente el profesor diga algo nuevo y sus clases sean aprovechables. Si no, prefiero leerme un bueno libro o un buen manual. Además, no estoy de acuerdo con estos profesores del "o vas a clase o nada". En la universidad, lo importante de cualquier materia es conocer la bibliografía y tener los rudimentos necesarios para emprender un acercamiento más serio, lo demás son sandeces parvularias, por otro lado bastante comprensibles teniendo en cuenta el nivel de madurez del personal.

Pero hoy no me toca despotricar contra mi amada institución universitaria, sino que "vengo a hablar de mi libro". En este caso, de mi primer artículo como Dios manda, escrito, como dije en otra entrada de este cuaderno, para la Revista Internacional de Investigación sobre Astrología y Magia antiguas. En todo caso, este artículo aún no se ha publicado, y hasta que el Sr. Calvo Martínez (su codirector) no decida que mi parrafada es digna de ser publicada, de momento es tan solo un trabajo que he hecho con toda la buena fe e intención del mundo. En cualquier caso, la vagancia veraniega a la que aludía no es cierta del todo: me lo estoy pasando en grande con el foro de discusión, y eso que de momento (y no tiene pinta de cambiar, todo sea dicho), sólo intervienen dos personas: Francisco y Nahuel; dos apasionados del hermetismo que han descubierto en este foro una herramienta útil en sus estudios, lo que me llena de satisfacción. Espero que continúen participando porque personalmente estoy aprendiendo mucho de ellos. Lo que no me puedo explicar del todo es por qué algún miembro de la ESSWE no se anima a participar, porque es en inglés, con lo que ya no hay excusa en ese sentido; es posible que mi inglés sea un tanto macarrónico, no lo niego, pero me de verdad-de verdad que me esfuerzo. Bueno, a ver si se animan a compartir sus conocimientos con nosotros y de esa forma nos enriquecemos todos, porque foros académicos de cierto nivel en hermetismo y cuestiones relacionadas creo yo que no hay demasiados en Internet.

A lo que iba. Decía que había terminado de escribir mi primer artículo durante las dos primeras semanas del mes de julio, un artículo que he titulado "Hermetismo, neoplatonismo y teúrgia". La cosa está clara: he tratado de presentar mis "obsesiones" en cuanto a los Hermetica tardoantiguos, sobre la base de su relación con la teúrgia de Jámblico de Calcis, principalmente siguiendo sus obras Sobre los misterios egipcios y Sobre el Alma. El principal propósito de este artículo ha sido el de "revalorizar" el estudio de la teúrgia jambliquea a la luz de la literatura hermética gnóstico-mágico-teúrgica de los siglos III-IV, tanto filosófica (NH VI 6-8, CH I, CH XIII, CH XVII y el Asclepio), como "técnica" (hablamos aquí de la Kosmopoía de Leiden: PGM XIII, 138-213, y sobre todo del Procedimiento para lograr la inmortalidad: PGM IV, 475-732).

¿Por qué revalorizar? Pues sencillamente porque si no lo hacemos así no podríamos comprender esta "sofisticación" religiosa en el ámbito helenístico-romano. Es decir, si tachamos a Jámblico de "irracional", o "estrafalario", o "subproducto" y otras lindezas similares, jamás podremos comprender no ya su propio proyecto teúrgico, sino la literatura gnóstico-egipcia del periodo sobre la que probablemente basó parte de sus planteamientos; y aquí hablamos ya del hermetismo tardoantiguo de carácter más gnóstico, descrito en los textos ya citados. Estos textos tienen su propio vocabulario definidor: expresiones como "atrae hacia ti las potencias (o el pneûma)", o las propias de cualquier texto de revelación del periodo, como pueda ser “La visión, de súbito, se había abierto ante mí y contemplé un espectáculo indefinible: todo se había tornado luz sobrenatural serena y alegre, de la que me enamoré con sólo mirarla” (CH I 4), pueden ser comprendidas en buena medida también a la luz de su relación con la filosofía decididamente platónica del periodo, y su particular forma de "debatir" con esta literatura gnóstica a la que aludo, que en la práctica trataba de acercar conceptos platónicos tales como anamnēsisnoēsiserōs y apoteosis a las realidades propias de la gnôsis théou hermética. Festugière insiste en esto en el tercer volumen de su Révélation, y además realiza una edición crítica del Tratado sobre el Alma de Jámblico, debido a que lo consideró como un tratado-tipo sobre el alma que podía arrojar luz sobre los elementos soteriológicos del hermetismo, y la ethos general del periodo.

En la historiografía platónica actual, con J. Dillon a la cabeza, esta forma de encarar la obra de Jámblico sufre de una importante laguna, sencillamente porque sus esfuerzos se han dirigido principalmente hacia desacreditar la obra del neoplatónico celesirio, antes que en tratar de entender (que es lo que realmente deberíamos hacer como historiadores) el ambiente filosófico-mágico-religioso del periodo, con el fin de comprender qué demonios tenían en mente estos filósofos tardoantiguos, y huir de esta manera de juicios de valor que no hacen sino desdeñar un trabajo de crítica textual necesario. Por supuesto, el propio John Dillon, junto con Jackson P. Hershbell y Emma C. Clarke (2003), han realizado una buena edición crítica de la obra Sobre los misterios egipcios, pero esta edición adolece precisamente de esa necesaria visión acerca de la influencia de la literatura gnóstica del periodo. Además, no digo que estas probables influencias sean ignoradas por estos especialistas, sino que sencillamente han decidido que no es decisiva o importante, obviando la necesaria visión historiográfica helenístico-egipcia, que sin duda puede arrojar luz sobre esta formalizada teúrgia.

La teúrgia jambliquea, y esto es algo que tampoco ignoran los especialistas en platonismo citados, fue vista por Juliano César poco después como una auténtica "misa pagana". Me explico: es bastante probable que los griegos trataran de dotar a su religión-piedad, nada institucionalizada y poco ritualizada y formalizada a nivel "transnacional", de un ceremonialismo que difícilmente podía ser generado ex nihilo, y aquí es donde también encontramos a Jámblico, luego ¿hablamos de teúrgia?, ¿hablamos de magia?, ¿hablamos de religión?, ¿o bien hablamos de filosofía? Pues nada menos que de estas cuatro cosas: así de compleja es la cuestión religiosa en la Antigüedad Tardía. Es lo que hay, y no hay Frazer que pueda explicar esto. Tendríamos que plantearnos de una vez por todas que lo más urgente en el trabajo historiográfico es tratar de ponernos en la cabeza de estos hombres de la Antigüedad, huyendo de este modo de hacer valer nuestras concepciones o prejuicios acerca de tal o cual construcción filosófica. Además, que no se inquiete el Sr. Dillon. Después de mi artículo no verán ustedes a Manolo, Pepa o Yénifer tratando de "imitar a los dioses" (homoiōsis theō), debido a que he sido tan malo como para "revalorizar" un siniestro "manifiesto del irracionalismo", como es estaSobre los misterios egipcios.

En resumen: no hablo ni siquiera de una supuesta "neutralidad" académica, sino sencillamente de hacer nuestro trabajo: Jámblico creía esto a la hora de aquello, y los hermetistas, en contra de lo que nosotros consideramos "normal", pensaban que esto estaba bien y aquello mal, etc. Se entiende lo que quiero decir, espero. Evidentemente, tratar de recrear modernamente la teúrgia jambliquea es un ejercicio surrealista propio de cuentistas tipo Jodorowsky, pero nosotros debemos ejercer de historiadores: crítica textual y explicación detallada de los hechos del pasado, sin caer en valoraciones. Además, hacer esto nos conduce suavemente a la comprensión del periodo, cual proyección diapositera: enriquecimiento de la experiencia religiosa entre los griegos desde época helenística, influencia gnóstico-egipcia, metafísica neopitagórica, irrupción violenta del cristianismo, ¡tachán! La teúrgia. Nada de irracionalidades o angustias.

Lo dicho, que espero que le guste al Sr. Calvo Martínez mi artículo. Sea lo que sea lo que suceda, no duden de que lo contaré en este cuaderno, aunque no duden tampoco de que a mí me hace mucha ilusión esto de publicar, porque es una forma de que tu trabajo y tus ideas sirvan para algo. Espero en cualquier caso que esto sea el inicio de una dilatada colaboración, y también de que el estudio del hermetismo se vuelva a estimar en el panorama académico español. Por cierto, espero que Miguel López haya recibido mi correo demandando ser miembro de la Sociedad Española de Historia de la Alquimia, porque eso también me haría mucha ilusión.