jueves, 22 de mayo de 2008

Ramiro Tapia, un artista macrocósmico


"Ahora todo es materialismo en torno al arte, mercadotecnia y negocio; la velocidad y el dinero han desplazado al silencio y la meditación. Por eso es momento de llamar y preguntar al espíritu: ¿dónde estás?" Ramiro Tapia. Ut Pictura Poesis.

Hace pocos años que conozco la obra de Ramiro Tapia, y quizás eso sea lo trágico: el desconocimiento por parte del gran público hacia uno de los artistas más impresionantes de la Modernidad. Un artista que, gracias a Dios, aún vive. El Sr. Tapia debe estar entre los grandes, porque su obra en nada tiene que envidiar a la de figuras consagradas por la fama como Picasso, Matisse, Kandinsky, Klee, Pollock, Klimt, Schiele, Kahlo, Magritte, Dalí, Rivera, o cualquiera de los grandes pintores modernos que el público conoce.

Y ahora voy a contradecirme (y el gran Balthus me daría la razón en esto): lo cierto es que es mucho mejor para la dignidad del arte que no se conozca demasiado la obra de Tapia. Que sus impresionantes cuadros se conserven intactos de la mirada pegajosa de los artistillas circenses de las galerías y los turistas... Y es muy lógico, por otro lado, que la maravillosa profundidad de las obras de Ramiro Tapia no permita a la muchedumbre adentrarse en sus laberintos y paisajes. Considero que Ramiro Tapia es uno de esos genios que servirían bien para ocuparse de grandes empresas, como la de adornar esas grandes y bellas ciudades de Dios que son las catedrales, o para maravillar a la comunidad con enormes murales que enseñaran y embelesaran a la vez, como trataron de hacer aquellos antiguos y olvidados filósofos-pansofistas herméticos. Porque Ramiro Tapia es un titán de las profundidades que alguna vez fue hombre.

La obra de Tapia, y quisiera sentir, más que escribir lo que escribo, es de gran fuerza e infantil pureza. Sus formas obedecen a lejanas máquinas de la niñez, a viejos y polvorientos tratados de la mente y la ciencia, donde la realidad del espíritu y la observación ciega se dan la mano. La obra de Tapia despide olor a grandeza divina, porque en su corazón late la más profunda de las realidades de nuestro inabarcable y bellísimo universo/espíritu. A veces veo literatura en las formas, a veces veo pasión arrebatadora, y a veces veo trazos dirigidos más o menos torpemente hacia la armonía perfecta de una forma que no se deja aprehender por completo. Siento como propia su obsesión por pintar aquella realidad más oculta y, paradójicamente, más evidente, de la realidad de la materia, del martilleo constante de la evolución de las especies, de la titánica naturaleza animal de las formas... La belleza es amarga, inquietante e inextricable en la obra de Tapia, porque obedece a las profundidades de la carne y de la tierra.

La obra de Ramiro Tapia nace del interior, y se desarrolla en ese otro mundo del sueño. Del sueño del artista, por supuesto. Es un gran don esa capacidad de cartografiar "ciudades oníricas", y pocos artistas pueden trazar una médula espinal al espíritu, para así domarlo. El vaivén de los pinceles son buenas excusas para plasmar el asombro ante esa incomprensible estructura imperfecta y perfecta que es el cosmos.

¿Me gustaría tropezar alguna vez con Ramiro Tapia? Quizás ya lo haya hecho. Pero no sabría qué decirle, y tengo tanto que preguntar y de lo que aprender... Pero no, repito, no sabría qué decirle, y sus obras hablan por sí mismas. Desearía que su obra se conociera más, que se admirara no a su persona, sino lo que su obra transmite y representa. Desearía que otros muchos transitaran por sus laberintos de ensueño, y que enmudecieran como yo ante sus paisajes. Mi pequeña contribución será la de ofrecer aquí una selección de algunas de sus obras. Espero que se maravillen, aun sabiendo que para que eso ocurriera de verdad, tendrían ustedes que acudir a sus exposiciones.

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