jueves, 3 de abril de 2008

Presentación


"Ideoque philosophi sunt quodammodo pictores atquo poëtae, poëtae pictores et philosophi, pictores philosophi et poëtae, mutuoque veri poëtae, veri pictores et veri philosophi se diligunt et admirantur". Giordano Bruno.Explicatio triginta sigillorum.

Confieso que desde hace años escribo un diario personal con referencia no sólo a mis estudios sobre hermetismo; sus entradas son pocas y sólo vuelvo a él cuando es estrictamente necesario, con el fin de aclarar toda la información acumulada, o en pocas palabras, cuando mis "ideas" ya no pueden ser retenidas y necesitan salir. Este diario no tiene nada que ver con aquél, aunque sí es, en cierto modo, personal. El valor de la subjetividad radica en su estilo llano y directo, y por esta razón es el más indicado para dirigirse a otros estudiosos en mi misma situación.

Antes de comenzar a enumerar algunos de estos pensamientos es necesario que explique el porqué de mi apego por la filosofía hermética. Sé bien que este campo del saber se presta fácilmente a la fascinación, y admitámoslo, esa fascinación es en muchos casos el núcleo de su atracción como terreno académico. En cierto modo (porque nada es tan sencillo) es mi caso, y no porque sea un "filósofo hermético" encubierto bajo extravagantes ropajes academicistas, sino por cuestiones que un hombre bien informado indicaba magistralmente:
"We can only get to know God by exploring his creation: the centre is everywhere. By studying matter -plants and animals, minerals, the human body, the zodiac - man can learn to see that matter is ensouled. He will come to understand the relationship between that which can be explained and that which cannot, and finally confront the Creator himself. The way of Hermes follows the classical road of initiation: through matter, via reaching into the inner self, to the connection with the spirit, and a conscious existence in God: matter, soul, spirit. 
Everything existing within creation is ensouled, in everything that exists the divine force is present as a life force. God has written his character in nature with fiery signs. He is transcendent and immanent, he cannot be understood, but he is present everywhere, also in so-called "dead" matter. Matter is not dead, it is the other side of energy. The building materials of the universe consist of the same atoms and energies which make up the human body: man is solidified stardust". Joost R. Ritman. Originally published in Dutch in Trouw 17 February 2003.
La filosofía hermética despliega una potencia seductora singular sobre nosotros, los hombres de la Modernidad. Esto es así desde el siglo XVIII, desde que las "Luces" deslumbraran a nuestra civilización, arrastrando al pozo negro de la precientificidad a todas aquellas técnicas y modos de pensar poco cercanas al método cartesiano. Las reacciones a esta "invasión de la Razón" no se hicieron esperar, y de entre el fragor de esas "reacciones" asomó una vez más el hermetismo... Pero que nadie se llame al engaño: no expongo todo esto con el fin de posicionarme doctrinariamente, sino con la simple intención de dilucidar una de las razones de la pervivencia de la gnosis hermética (por supuesto, entre otras "gnosis" o movimientos espirituales) en nuestros días. Y ni siquiera la historiografía es ajena a esta fascinación: de un lado debemos distinguir entre los historiadores para los que su labor es parte de su propia visión filosófica sobre las cosas (un ejemplo:http://www.traditionalists.org), y aquellos otros para los que el trabajo del historiador tiene un valor realmente universal, es decir, aquellos para los que la historiografía es una ciencia y no un disfraz con el que ocultar sus inclinaciones doctrinales o filosóficas.

Debo decir además que una visión ahistórica no tiene necesariamente por qué ser una visión "falsa" de las cosas. Es sencillamente que no es histórica. En estos delicados campos de investigación (y podemos generalizar refiriéndonos a cualquier intento abordar las formas de pensamiento antepasadas), la visión del historiador a veces difiere de la del filósofo. Con buen criterio Guthrie aludía a esta cuestión en su maravillosa Historia de la Filosofia Griega, cuando contraponía la tendencia de los historiadores a concebir su objeto de estudio como un fósil o un cadáver al que hay que diseccionar, mientras que para el filósofo ese objeto es un fenómeno vivo que se puede y se debe aprovechar o criticar.

A algún malicioso se le podría ocurrir que muchos "reaccionarios" se han ocultado sistemáticamente tras la cortina de la ciencia histórica para exponer sus propias ideas acerca de lo que ellos consideran que es una "desacralización del mundo". Sin embargo es curioso que el simple hecho de tratar de analizar cómo era la visión (filosófica, religiosa) que tenían los habitantes del mundo antes de las "revoluciones científicas" (es decir, hacer historia), sea sospechoso. Ahora bien, y no deseo extenderme en estas áridas cuestiones metodológicas, creo que cierta clase de "materialismo histórico" se ha ocupado de desacreditar el trabajo desarrollado por el historiador del pensamiento. Así las cosas, ¿qué actitud debemos esperar hacia el estudio de la historia de la filosofía hermética? Hanegraaff deja bien clara esta cuestión en su excelente artículo “Some Remarks on the Study of Western Esotericism”, en Esoterica, I (1999), pp. 3-19. En él, el insigne catedrático de uno de los únicos centros especializados en el estudio del denominado "Esoterismo Occidental", enumera las principales dificultades metodológicas y las actitudes del moderno estudioso con respecto a este singular objeto de estudio.

Desde luego es irrelevante el cuestionarse una y otra vez la autonomía de la disciplina histórica que Faivre denominó "Ésotérisme Occidental". Lo que debemos hacer es desarrollar, como Hanegraaff constató, un campo de estudio interdisciplinar, dirigido a ciertos aspectos recónditos y no muy bien estudiados de las culturas occidentales. Otra cosa bien distinta es qué aspectos, corrientes y movimientos debamos de incluir en esa disciplina. Y como es natural, que estos aspectos hayan sido menospreciados o aplastados por la incipiente ciencia decimonónica y sus filosofías sustentadoras es irrelevante para el historiador. Es evidente que aquí no acaban los problemas... al fin y al cabo es difícil deslindar la visión estrictamente universalista y científica de nuestra propia opinión sobre los hechos, pero para acabar con semejante diatriba ilusoria quizás sea preciso hacer caso de Hanegraaff una vez más, cuando en el artículo citado deja constancia de que los estudios que suelen ser más valiosos para la ciencia son aquellos que se dirigen a un pequeño número de especialistas, debido a su concreción y a su efectivo formalismo. Las grandes visiones y las teorías espectaculares normalmente albergan grandes lagunas constitutivas, lagunas que arrastran al error a numerosos investigadores. No obstante, considero esencial partir de una visión de conjunto, por muy general o vaga que esta sea.

El hermetismo fue una fuerza viva en el Renacimiento, y sus aportaciones durante este periodo son, o al menos así lo creo yo, las más meritorias de su gran periplo histórico. Su exaltación del hombre y su actitud favorable a la intervención tanto física como cognitiva del ser humano en la Creación, precipitarían las más hermosas teorías sobre el funcionamiento del cosmos. Por esta razón, considero las obras de Yates Giordano Bruno y la tradición hermética y El Arte de la memoria, como mis dos clásicos predilectos, y además, pese a sus a veces arriesgadas teorías, son un ejemplo no sólo de labor histórica, sino también de entusiasmo y pasión investigadoras. El estudio del hermetismo conlleva una gran dificultad, y es imposible y estéril erigir una lista cerrada de características generales que nos ayude a descubrir su estela a lo largo de los siglos. Es más útil describir aquellas características que cada periodo histórico ha visto como más atractivas en esa amalgama de textos de dispar inspiración y periodo histórico que llamamos "hermetismo". Para colmo, debemos de tener en cuenta que la moderna visión sobre el hermetismo está viciada de un sesgo inevitable: la confusión entre "filosofía hermética" y "ocultismo". Este error de perspectiva puede llevarnos a una interpretación torticera del verdadero significado histórico-filosófico de la doctrina del Trimegisto.

Desde mi punto de vista, el hermetismo ha sido útil a la Historia en dos aspectos que considero fundamentales: de un lado posibilitó la creación de cosmovisiones tan bellas y monumentales como la de Patrizi (Nova de Universis Philosophia, 1591), o la de Bruno (De l'infinito universo e mondi, 1584); y de otro, conseguiría elevar la visión de sus contemporáneos hacia una nueva relación entre el hombre y el cosmos, sobre la base de una audaz concepción mística sustentada en buena medida en las artes lulianas, y en la recuperación de las quizás mal denominadas "ciencias herméticas", que precipitaron en muchos casos la ruptura epistemológica acontecida durante el siglo XVII. Asimismo, no hay que olvidar que la filosofía hermética siempre ha sido una filosofía con vocación universal, una filosofía que desde su cima renacentista supo mirar hacia la hermandad entre los hombres y la dignidad del género humano.

Esta página se publica en gran medida gracias a algunas personas que me han ayudado y enseñado. Así, debo mi pasión por la ciencia y su pasado a Francisco González de Posada, de quien tuve la suerte de ser alumno en los cursos sobre Cosmología que dio en la Universidad de La Laguna, y a los que asistí regularmente desde el año 2000; su vigor y vastedad intelectuales hicieron de mí un aficionado entusiasta de los logros de la ciencia moderna, y ese entusiasmo no ha menguado ni un ápice hasta el momento; asimismo, debo agradecer al profesor Luis Enrique Rodríguez-San Pedro Bezares sus amables conversaciones e indicaciones, sin las cuales no hubiera emprendido estos estudios. Al insigne catedrático Pablo García Castillo le debo unas magníficas y alentadoras sesiones herméticas, y por supuesto, a José Rodríguez Guerrero, al que debo mucho más que su mera confianza.

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